martes, 22 de enero de 2008

¡A por ellos!


Hay una noticia que ha pasado desapercibida para mí desde que ocurrió, y es que el viernes, dos encapuchados le dieron una paliza a Javier Sagasti. ¿Quién es Javier Sagasti? Y ¿Por qué le dieron una paliza? Sencillamente porque es cura, ¿Cómo? Bueno, y por formar parte de una organización tan peligrosa para el bienestar y el progreso de los españoles como la Iglesia. El párroco procedía el pasado viernes por la noche a tirar la basura al contenedor cuando dos jóvenes le asaltaron. Primero le avisaron, antes de zurrarle le insultaron refiriéndose a su condición de sacerdote y como no era suficiente, pues nada, a por él. Los agresores no son los últimos culpables en una sociedad donde la opinión pública carga tintas contra la Iglesia, donde el gobierno se permite el lujo de llamarnos a los católicos poco más o menos que fascistas, de retirar a nuestros obispos la libertad de expresión porque lo que dicen son tonterías y de pedirnos que, abandonemos nuestra fe en beneficio de un laicismo tan dictatorial como el nacionalcatolicismo, ya muerto, del que se siguen quejando y del que nos hacen responsables a 40 años del Concilio Vaticano II y a 33 años de la muerte de aquel señor bajito con uniforme, que tanto mandaba y que se murió en la cama. Los cristianos de hoy no somos responsables de los excesos de nuestros abuelos ni de nuestros padres. Los gobernantes y los que quieren ser gobernantes, que en todas partes cuecen habas, tienen que darse cuenta que la división izquierda ateo, derecha cristiano ya ha desaparecido. No todos los cristianos son de derechas, ni el cristianismo postula esas ideas, el magisterio social de la Iglesia tiene más puntos coincidentes con la izquierda que con la derecha. Lo que es de Dios para Dios y lo que es del César para el César. Así que cuando el gobierno llama atrasada, retrógrada, y anclada en “otros tiempos” a la Iglesia, y calienta la sangre de chavales que no tienen otra cosa que hacer que dejarse calentar la sangre, y explotan dándole una paliza a un cura de pueblo, tengamos en cuenta que ese cura quizás esté haciendo más por el progreso y bienestar del pueblo que los propios gobernantes cuya obligación es hacer lo que no hacen. Si seguimos así, en poquito tiempo quemarán la primera iglesia.

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