lunes, 29 de septiembre de 2008

Wafa Sultan

“El Islam es una religión de paz” Esto es lo que nuestros políticamente correctos políticos proclaman. Aunque políticamente correcta, esta proclamación no es correcta. A decir verdad, el Islam no es una religión de paz. Es una religión de odio, terror y guerra. El Islam como lo enseña el Corán y como lo vivió Mahoma de acuerdo a los hadices (biografía y dichos de Mahoma), es una religión de injusticia, intolerancia, crueldad, absurdidades, discriminación, contradicciones, y fe ciega. El Islam promueve el asesinato de no-musulmanes, abusos de los derechos humanos de minorías y de las mujeres. El Islam se expandió mayormente a través de Yijad (guerra santa contra no-musulmanes) y forzó su expansión mediante el asesinato de no-creyentes y disidentes. En el Islam, la apostasía es el crimen más grande, castigado con la muerte. Mahoma mismo era fundamentalista, de manera que el fundamentalismo no puede separarse del Islam verdadero



domingo, 28 de septiembre de 2008

viernes, 26 de septiembre de 2008

Búsqueda de Dios


El hombre es un ser creado a imagen de Dios, y aunque el hombre moderno lo ignore, está llamado a conocer y amar a Dios. Tiene en el corazón el deseo de verle y conocerle, si no, su corazón no estará tranquilo. Una prueba de conocer a Dios es el deseo de conocerle más. El hombre busca a Dios, y para ello busca vías para acceder a Él. Necesita, más que pruebas, argumentos para llegar a certezas y así alcanzar la plenitud y la felicidad verdadera. Un ejemplo de esta inquietud es la que queda reflejada en “Las Confesiones” de San Agustín. El de Hipona era poseedor de un corazón inquieto que se expresaba en una intensa búsqueda de Dios. Utilizando sus propias palabras buscaba fuera al que estaba dentro, sabía que estábamos hechos para Dios y que no descansaríamos hasta no descansar en Dios. Franz Brentano en su libro “Sobre la existencia de Dios” nos dice que Aristóteles y Platón entendían que para quienes tienen preguntas y se dedican a investigarlas, la suprema felicidad está en el conocimiento de Dios. Para Aristóteles, la contemplación aunque sea a lo lejos y en la penumbra de alguien querido es una alegría superior a la de ver claramente y de día algo que nos resulta indiferente.
Para acceder a Dios el hombre necesita utilizar lo que tiene más a mano, y esto es la creación, es decir, el mundo y él mismo, la persona. A partir del devenir, del movimiento y de la belleza se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. Un cosmos dotado de una belleza y unas leyes tan milimétricamente dispuestas no puede ser obra del azar. Observar un proceso inteligente nos hace ver que necesita de un director inteligente. Dios es un ser inteligente que posee en grado máximo todo lo bueno que tienen todas sus criaturas y hace que estas criaturas participen de ello. Dios es el Ser y todo lo que existe participa de ese Ser. El hombre, también, en su apertura a la verdad, a la belleza, a su sentido del bien, la conciencia o su libertad, aspira al infinito y se interroga por Dios. El hombre sabe que su alma es una parte de la eternidad que lleva en sí mismo y que no puede tener otro origen que Dios. Hay una presencia de Dios en el hombre, nuestra alma está creada por Dios y está llena de Dios. San Agustín decía que en el alma está la imagen de Dios. Dios es amor y como imagen divina el hombre también es capaz de amar, no podemos conocer a Dios si primero no amamos a los demás. Cómo vamos a amar a Dios, a quien no conocemos, sin amar al vecino, a quién sí conocemos. De este modo amando al prójimo, haciendo la voluntad de Dios, vamos conociéndole.
Ni el mundo ni el hombre tienen en sí su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquél que les da el ser y que es el Ser en Sí mismo, es decir la causa primera de todo y el fin último de todo y que, como dice Santo Tomás de Aquino, todos llaman Dios.
El hombre puede conocer la existencia de Dios, es un ser religioso capaz de entrar en comunión con Él. Pero para que esta relación sea posible, Dios se tiene que revelar, se tiene que autocomunicar al hombre, hacerse entendible y darle la gracia de la fe, la participación de un principio de goce de Dios, de una participación en la vida eterna. La fe es una cuerda que lanza Dios para que el hombre ascienda hasta Él, otorgándole así su dignidad fundamental. Las vías para acceder al conocimiento de la existencia de Dios no se oponen a la razón y nos predisponen a la gracia de la fe.

martes, 23 de septiembre de 2008

Paternidad y hermandad


La referencia a Dios en el cristianismo es principalmente como la de Padre. En la oración más importante, el Padrenuestro, se le llama Padre. Pero, lo que está en singular en el Padrenuestro, está en plural en el Credo. El que cree es un “yo” personal, pero el Dios a quien me dirijo no es solo mío, sino nuestro. El cristiano se alimenta de la relación con Dios como Padre, los hombres son hijos de Dios y por eso son más que semejantes, son hermanos. Esta relación entre Padre e Hijo se expresa perfectamente en la parábola del hijo pródigo, cuyo núcleo es la misericordia de Dios. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Muchos cristianos han olvidado esto y se quejan de que Dios es un juez implacable. Realmente el amor impregna toda relación entre el hombre y Dios. El amor del hombre es un amor previamente ya correspondido, es un amor anterior al amor humano, anterior a la propia existencia del hombre. Desde la ilustración se hace hincapié en la noción de fraternidad, pero eliminando su origen y su raíz en la paternidad divina se hace difícil justificar la igualdad entre todos los hombres. No se trata de una semejanza, hay multitud de personas y estamos divididos de mil maneras, pero para el cristiano el hombre es siempre hermano del hombre. Por eso las divisiones en nombre del cristianismo no dejan de ser una infidelidad al propio cristianismo. El cristiano establece un vínculo radical entre los hombres sin olvidar sus diferencias, diferencias que se superan sin desconocerlas. Todo fundado en la común filiación respecto a Dios. Una fraternidad abstracta basada sólo en la semejanza no es suficiente y no impide el odio entre las personas. Para el cristiano hay diferencias, hay enemigos, no hay utopía en el cristianismo. El amor abraza a todos los hombres, y también a los enemigos, que lo son, pero hasta cierto punto. A nadie se le puede desear la muerte por probable, merecida o deseable que nos parezca, ni nadie pueda acabar con la vida de nadie.

martes, 16 de septiembre de 2008

Innovación


Desde su aparición el cristianismo no tuvo demasiada importancia en el mundo, la repercusión fuera de los propios cristianos fue mínima y no tuvo ninguna resonancia social. Se trataba de un grupo de personas que constituyeron una comunidad religiosa a partir de un personaje llamado Jesús de Nazaret y en continuidad con el culto judío ya existente. Pero las consecuencias de este pequeño acontecimiento han sido muy importantes. En principio dio origen a una nueva forma de contar el tiempo y fue el origen de una cultura. Sorprende mucho más si caemos en la cuenta de que en el inicio del cristianismo la comunidad estaba formada por modestos pescadores judíos. Incluso las consecuencias sociales son pequeñas si se comparan con las consecuencias religiosas. No es un paso más en la revelación de Dios a los hombres, es la intervención directa de Dios en el mundo y en el hombre, aceptar este hecho significa la reconstrucción del hombre. El monoteísmo ya existía dentro del judaísmo, eso no era nuevo, lo innovador es que Dios iba a tener a partir de Jesús de Nazaret otras repercusiones, otro sentido totalmente distinto. Dios es creador, es Padre de todos los hombres, y siendo Padre nos hace a sus hijos no solo semejantes sino hermanos. Además Dios es amor, la creación no es un acto de poder, sino de amor. La relación entre creador y criatura está colmada por un vínculo amoroso. La paternidad anula la distancia que puede haber entre Dios y el hombre. Dios se hace hombre, y el hombre participa de la vida divina.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Los cátaros


Pedro de Vaux de Cernai, fue secretario del abad del Cister, y parece que gobernó en lo espiritual la diócesis de Carcasona. El siglo que le tocó vivir fue uno de los más espléndidos de la Iglesia gracias a la reforma que se había producido paulatinamente desde el s. X. Él, como cisterciense, era sucesor en cierta medida de los impulsores de esta reforma y que supuso un renacimiento en lo religioso, cultural y artístico de la cristiandad. El deseo de llevar una vida mas austera de muchos cristianos hizo que aumentasen las vocaciones tanto para el Cister como para el Cluny, las dos grandes órdenes de la época, pero estamos en el s. XIII y desde hace un siglo se empieza a ver muestras de decadencia y de descuido de la observancia de la Regla de San Benito, en buena parte por las grandes riquezas, posesiones y favores concedidos a los monasterios. El inicio de la decadencia de la orden a la que pertenecía Pedro de Vaux de Cernai puso en guardia a algunos monjes y pusieron en marcha una nueva reforma, se volvió a establecer rigurosamente la regla benedictina, se simplificó la liturgia y se empezó a hacer hincapié en la soledad y la pobreza. Frente a un mundo cada vez más interesado por la riqueza material y por el comercio y el lucro, aparece un nuevo estilo de vida diferente. Personas como San Francisco de Asís o Santo Domingo de Guzmán renunciaron a los bienes y la propiedad y empezaron a predicar el evangelio desde la pobreza evangélica. Pedro Valdo, fundador de los valdenses, formaría parte del grupo de no ser porqué renegó de la jerarquía eclesiástica. Cada uno a su manera, San Francisco y Santo Domingo siempre buscaron la aprobación de la autoridad papal para llevar a cabo su ideal de pobreza, si bien es cierto que San Francisco fue mucho más atrevido y de su fundación surgieron los fraticelli, unos franciscanos que habían convertido el ideal de San Francisco en una herejía. Si las comunidades franciscanas y dominicanas pueden mantenerse fiel al ideal de la pobreza evangélica es por que a diferencia de cluniacenses y cistercienses vivían en las ciudades y disfrutaban de la limosna de una potente burguesía urbana. Aislados en el mundo rural como el Cister o Cluny hubiera sido difícil. Por otra parte el éxito de estas ordenes, así como de Pedro Valdo o de la propia herejía cátara estriba en que predican el Evangelio desde el ejemplo, desde la pobreza evangélica. Santo Domingo de Guzmán canónigo de Osma fue enviado, por Inocencio III, junto con su Obispo Diego a predicar entre la herejía albigense, allí se encontró con una densa población que sufría grandes penurias que acabaron por extenderse a toda Europa, se hablaba de “multitudes de pobres”. Pedro de Vaux de Cernai escribía en 1212 o 1213 una obra llamada la Historia Albigensis, y en ella describe la decisión que toman Diego de Osma y Santo Domingo en junio de 1206, de abandonar la relativa comodidad de sus cargos eclesiásticos, deshacerse de sus equipajes y abrazar la pobreza para predicar el Evangelio en medio de los pobres “tapando la boca a los malvados”. Los legados del Papa, estaban desanimados al no conseguir ninguna conversión entre los cátaros. Mientras los jefes de la herejía viven austeramente al nivel de los campesinos y las gentes humildes, los legados viajaban con un lujoso séquito, y a la hora de predicar el evangelio no eran tomados en serio. Santo Domingo, se dio cuenta de ello y pensó que “con un clavo se saca otro clavo”.
Es la herejía cátara sobre la que trata el texto de Pedro de Vaux de Cernai. Esta herejía era en cierta medida peligrosa, su atractivo radicaba en el gnosticismo y el maniqueísmo, y desembocaba en fanatismo moral y en la lucha de clases. El catarismo caló entre las clases populares de Languedoc, pero también en la nobleza, en gran medida, como respuesta a los abusos de la jerarquía eclesiástica. Fundamentalmente los cátaros eran dualistas, interpretaban el espíritu como bueno y lo material como malo, de aquí subyace que la liberación de las almas estaba en función de una estricta ascesis que les llevaba a extremos como el suicidio por inanición llamado “endura”. Hay ideas gnósticas mezcladas con ideas reformistas reflejando el sincretismo propio de los cátaros. El texto de Pedro de Vaux habla de los herejes, si bien, son noticias procedentes de conversos o de misioneros, que en ocasiones puede dejarse llevar por exageraciones propias del respeto, o quizás miedo, que los monjes podrían tener a los herejes, pero no hubiera sido difícil comparar los testimonios de los predicadores con el de los conversos. A Pedro de Vaux le llama la atención la mención a María Magdalena como mujer adúltera y concubina de Jesús. Si bien la Magdalena no es mencionada claramente en los Evangelios como adúltera sino como mujer de la que fueron expulsados siete demonios (Lc 8, 2), la alusión a ser concubina de Jesús nos recuerda que ciertas herejías viajan ocultas por la historia saliendo a la superficie cada cierto tiempo. Hay dos tipos de literatura sobre la herejía cátara hoy en día, una de clara inspiración gnóstica y muy poco prudente, y otra más seria basada en los testimonios en los que se basa Pedro de Vaux de Cernai. No podemos comparar las dos literaturas ya que los nuevos gnósticos defienden el catarismo acusando a personas como Pedro de Vaux de Cernai de manipular testimonios para demonizar a los cátaros.
La Iglesia en un principio mandó a predicadores, cuyos escasos resultados inspiraron a Santo Domingo de Guzmán su Orden de Predicadores. Dada la actitud violenta de la nobleza cátara, que habían asesinado a un legado papal, finalmente Inocencio III predicó contra los cátaros una cruzada. En el s. XIII la fe se defendía con la misma intensidad con la que nos defendemos hoy del terrorismo islámico, la diferencia está en que cada época tiene sus formas. Mientras tanto, Santo Domingo de Guzmán, predicó con métodos totalmente pacíficos y condescendientes.
Efectivamente la Inquisición es posterior a Santo Domingo pero Berruguete, que pintó el auto de fe en 1504, le representa presidiendo un Tribunal de la Inquisición. Remontándonos en el tiempo no faltan dominicos que reivindican el papel de Santo Domingo como primer inquisidor, pero la cronología desmiente el dato, la Inquisición no se instituyó en Languedoc hasta 1234, y Santo Domingo de Guzmán murió en 1221. Sin embargo es cierto que desde el primer momento los dominicos participaron en la Inquisición, debido a lo valioso que debía resultar su formación teológica para la valoración de las doctrinas sospechosas de herejía. El cuadro de Berruguete refleja un hecho ficticio que busca, probablemente, una legitimación a posteriori de la actividad de la Inquisición mostrando al fundador de los dominicos como gran inquisidor, cosa históricamente falsa, pero de gran fuerza simbólica para la Orden y la Iglesia. El hecho de que el cuadro estuviese colocado en una de las juderías más importantes del s. XVI nos revela que el cometido del cuadro era claramente disuasorio.
Los métodos persuasivos de Santo Domingo son en cierto modo figura de los métodos que tenemos que utilizar hoy en día para catequizar a esta sociedad incrédula. De la misma forma que Santo Domingo “sacaba un clavo con otro clavo”, es decir, predicaba al pobre desde la pobreza, actualmente tenemos que buscar la forma de reparar la conexión que existe entre el que predica y el que escucha. Tenemos que encontrar un clavo que saque el clavo que nos impide llegar al hombre actual.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL dolor humano


El hombre sufre cuando experimenta algún mal y esta es la razón de que la pregunta por el sentido del sufrimiento aparezca inevitablemente unida a al pregunta por la existencia del mal. Todos los filósofos se han enfrentado al problema del mal despertando preguntas aún más graves. Las respuestas al problema del sufrimiento, el dolor o la muerte determinan la actitud fundamental que la persona toma ante su enfermedad.
La persona que ante el dolor adopta una actitud positiva o de aceptación, percibe la enfermedad en el marco de una visión integral de la persona y de su vocación, consiguiendo que la enfermedad haga a la persona mas madura. El dolor ayuda a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que sí lo es. La enfermedad lo empuja a la búsqueda de Dios o quizás a un retorno a Él. Normalmente la persona que por soberbia ha roto con Dios, tiene una actitud negativa o de rechazo ante el dolor y la enfermedad, esta actitud, que nace de una visión reductiva de la persona y de la vida humana, conduce a la angustia, al repliegue sobre si mismo, a la desesperación y la rebelión ante Dios, ante el dolor y ante la muerte. Las expresiones más comunes de esta rebelión son la eutanasia o el ensañamiento terapéutico. En ambas se adopta una postura de rechazo a percibir la enfermedad y el sufrimiento en el marco de una visión integral de la persona, a completar en la propia carne los padecimientos de Cristo. En ambas se actúa como si la persona fuera dueña de la vida y de la muerte, olvidando que aceptar el dolor no es gozarse en él de forma masoquista, y que el sufrimiento puede ser una oportunidad de crecimiento en la virtud. Es un hecho que, como dice Juan Pablo II en Salvifidi Doloris en su número 26, “a medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento”.
La paradoja del dolor es que, o lleva al ateismo, o hace santo al que sufre.
Existe la tentación de pensar que el sufrimiento es un castigo de Dios para el pecador. Esta duda quedó respondida en el libro de Job. El dolor no es un castigo, Job sufre injustamente y sin embargo es inocente. Por lo tanto el dolor o la muerte no son identificables con el mal, no es algo maldito, de hecho, Cristo nos redimió con el dolor siendo desde entonces la Cruz signo de amor y salvación. El sufrimiento no es, en absoluto, consecuencia de culpas personales o castigos. Cristo dijo del ciego de nacimiento que no fue por su pecado ni el de sus padres por lo que sufría la ceguera. El mal ya ha sido vencido por Cristo y junto a Cristo cada sufrimiento humano puede convertirse en una fuerza de Dios. Santo Tomás Moro escribía, en espera del martirio, estas palabras: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor”. Está claro que en el tema del mal, la voluntad de Dios es el mayor misterio. ¿Por qué nos redime a través del dolor y no del gozo? ¿Por qué nos muestra su amor por medio de dolor? Para Santo Tomas mediante el sacrificio el hombre consigue la remisión del pecado que le aparta de Dios. El hombre debe conservarse en estado de gracia, debe unirse a Dios, cosa que ocurrirá definitivamente en la gloria. Todos estos beneficios se han verificado en nosotros por medio de la humanidad de cristo, y por medio de su sacrificio fueron borrados todos los pecados. Cristo es causa de salud eterna para todos los que le obedecen, por Él logramos la perfección de la Iglesia. San Pablo dice en Hb 5, 9 “Y llegando a la perfección, se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen” La obediencia de Cristo fue tan grande y tan grata al Padre que Jesús con su muerte hizo que fuera vencida la muerte. Una obediencia tal que ha llegado a la perfección y es fuente de salvación eterna.


sábado, 6 de septiembre de 2008