miércoles, 2 de enero de 2008

La paz en minúsculas

La primera dificultad para la paz es saber qué es la paz, no todos entendemos la paz de la misma forma, pero tampoco estoy tan seguro de si realmente queremos la paz, y no hablo de la gran paz política, con letras mayúsculas, hablo de la paz entre nosotros, la gente de “a pie”. No creo que mucha gente este dispuesta a cumplir las exigencias de la paz, ni tan solo la paz que imponga su ideología. ¿Creemos realmente que la gente esta preparada para una vida cotidiana en estado de tranquilidad o quietud, en ausencia de disturbios o agitación.? Yo creo que no. Y lo creo porque viendo como se comporta la gente en su vida cotidiana voy perdiendo el optimismo por la raza humana que tenia ayer mismo. El Papa en un documento habla de que el problema está en las ideologías soberbias que no reconocen las verdades morales básicas, que rechazan la ley natural, y que rechazan cualquier “ética de la paz” que no sea inventada desde la propia ideología. Pero me atrevo a añadir, que no aceptaríamos ni una paz inventada desde nuestra propia ideología. Se nos llena la boca hablando de “derechos” de “paz” y de “solidaridad”, y como dice el Papa, es contradictorio que rechacemos cualquier base moral sólida, pero es que la rechazamos porque, como sociedad, no estamos dispuestos a hacer nada, no porque no queramos sino porque no podemos. Como no podemos ser buenos, el mal nos oscurece y no reconocemos el bien, llega un momento en que el mal crea tal nubarrón que deja de existir el bien, y lo digo con una lagrimilla en el ojo. Creo que si digo que la naturaleza humana esta totalmente hundida, ya no, en la concupiscencia, sino en el pecado, no es pesimismo antropológico, es mas bien una foto de la realidad. Existen, por supuesto, grandes personas, grandes ángeles del cielo que se encargan en cada rincón de la calle en hacer brillar una velita entre tanta oscuridad, también hay grandes linternas, pero de esas hay pocas. Seria lo deseable, pero no creo que ocurra nunca, que la gente se reconozca como pecadora y se convierta, en el sentido de cambio de vida y de actitud. La dificultad no esta, creo yo, en el cambio de vida, sino en reconocerse como pecador. La gran victoria del mal es hacernos creer que el mal no existe y que el pecado es algo pasado de moda.
Y lo digo yo, que también soy pecador.

1 comentario:

Joxefo dijo...

Yo no soy pecador, sólo delincuente. No considero pecado algo ke dicen ke dijo Dios ke estaba mal. Por lo tanto, puedo tirar la primera piedra. no peco, sólo delinco (lo menos posible, me salto algún límite de velocidad, algún semáforo en ámbar, igual no cedo el paso a los peatones en un paso de cebra... creo ke mi delincuencia es exclusivamente al volante, no robo ni mato, ni tomo el nombre de Dios en vano, ni deseo a la mujer del vecino, seguramente porke la más joven de mi escalera es la mía, pero eso es harina de otro costal...) Mis delitos no son tenidos en cuenta por Dios. Y yo no me meto en su afán por pecaminizar las cosas banales. Así estamos en paz, cada uno en su sitio. Yo, akí, él, vete tú a saber...