El Papa Benedicto XVI no pudo al final acudir a la Universidad de la Sapienza como estaba planeado. Según sus comentarios quiere quitar pretexto a protestas desagradables. Pese a que es una minoría la que protestaba por la visita del Papa, ha sido tan ruidosa que la necesaria acogida digna y tranquila que se le debe dar a toda personalidad, y sobre todo si es un anciano Papa, no ha sido posible. Para dejar las cosas en su justo término, en la Universidad de la Sapienza hay 4000 profesores, de los cuales 67 han firmado una carta acusando a Benedicto XVI de negar la libertad de investigación citando un discurso de hace 18 años del entonces cardenal Ratzinger en el que hablaba de la crisis de confianza en la ciencia en sí misma. La frase que prendió la llama parece que fue ésta: «En la época de Galileo la Iglesia permaneció mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo». Pero lo que no se han fijado estos 67 profesores es que la frase no era del Cardenal ahora Papa, sino que era una cita del filosofo Paul Feyerabend con la que Joseph Ratzinger intentaba ilustrar la posición de la Iglesia sobre Galileo. Es algo parecido a lo que ocurrió con las famosas protestas de los musulmanes contra el Papa, sin darse cuenta de que la frase que encendió la mecha era otra cita, esta vez de Manuel II Paleólogo. Por cierto, para que sepan estos 67 profesores, la rehabilitación del caso Galileo, que todo el mundo agradece a Juan Pablo II, fue cosa del Cardenal Ratzinger, que como prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe, le correspondía. Uno hizo el trabajo y otro puso la firma.
No faltaron profesores y alumnos que pedían la presencia del Santo Padre en la Sapienza, y que se quedaron sin discurso que entre otras cosas iba a lanzar un llamamiento a la cultura occidental a no cerrarse a la verdad cristiana en nombre de la razón. Iba a hablar del vínculo que se da entre fe cristiana y búsqueda de la verdad, como parte de la naturaleza de la universidad, claro homenaje a la Escolástica. El Papa hablando en nombre de una comunidad creyente que custodia un tesoro de conocimiento y sabiduría ética se preguntaba ¿Qué puede decir él en la Universidad? Y él mismo se responde: no tratar de imponer a los demás de manera autoritaria la fe, que solo puede ser transmitida en libertad, sino mantener despierta la sensibilidad por la verdad. Iba a invitar a la razón a ponerse en búsqueda de la verdad y del verdadero bien. Iba a citar filósofos como Habermas que hablaba de la sensibilidad por la verdad como elemento necesario en el proceso de argumentación política. Tras un repaso a la historia de la búsqueda de la verdad, llega a la conclusión de que Europa si sólo quiere construirse a sí misma basándose en el círculo de sus propios argumentos, en lo que la convence por el momento, y si pierde el contacto con las raíces de las que vive --preocupada por su laicidad--, entonces deja de ser razonable y pura, por el contrario, se descompone y se fragmenta. Los 67 profesores y los alumnos que con pancartas y gritos pedían al Papa que se quedase en casa creen que han ganado una batalla, pero no han hecho otra cosa que lo mismo por lo que protestan, han impuesto su voluntad de una manera autoritaria, acusando a otros de lo mismo que ellos cometen. No hace falta que nos libren a la fuerza de nada, yo puedo decidir si quiero escuchar a Benedicto XVI o no, en cualquier caso no obligaré a nadie a escucharlo, ni quiero que me prohíban o impidan a mí escucharle. Líbrame Señor de mis amigos que de mis enemigos ya me libro yo.
No faltaron profesores y alumnos que pedían la presencia del Santo Padre en la Sapienza, y que se quedaron sin discurso que entre otras cosas iba a lanzar un llamamiento a la cultura occidental a no cerrarse a la verdad cristiana en nombre de la razón. Iba a hablar del vínculo que se da entre fe cristiana y búsqueda de la verdad, como parte de la naturaleza de la universidad, claro homenaje a la Escolástica. El Papa hablando en nombre de una comunidad creyente que custodia un tesoro de conocimiento y sabiduría ética se preguntaba ¿Qué puede decir él en la Universidad? Y él mismo se responde: no tratar de imponer a los demás de manera autoritaria la fe, que solo puede ser transmitida en libertad, sino mantener despierta la sensibilidad por la verdad. Iba a invitar a la razón a ponerse en búsqueda de la verdad y del verdadero bien. Iba a citar filósofos como Habermas que hablaba de la sensibilidad por la verdad como elemento necesario en el proceso de argumentación política. Tras un repaso a la historia de la búsqueda de la verdad, llega a la conclusión de que Europa si sólo quiere construirse a sí misma basándose en el círculo de sus propios argumentos, en lo que la convence por el momento, y si pierde el contacto con las raíces de las que vive --preocupada por su laicidad--, entonces deja de ser razonable y pura, por el contrario, se descompone y se fragmenta. Los 67 profesores y los alumnos que con pancartas y gritos pedían al Papa que se quedase en casa creen que han ganado una batalla, pero no han hecho otra cosa que lo mismo por lo que protestan, han impuesto su voluntad de una manera autoritaria, acusando a otros de lo mismo que ellos cometen. No hace falta que nos libren a la fuerza de nada, yo puedo decidir si quiero escuchar a Benedicto XVI o no, en cualquier caso no obligaré a nadie a escucharlo, ni quiero que me prohíban o impidan a mí escucharle. Líbrame Señor de mis amigos que de mis enemigos ya me libro yo.
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