sábado, 8 de marzo de 2008

Soy un iluso


La democracia no puede ser sólo meter un papel en una urna y marcharse a casa a ver los escrutinios, de ser así, apaga y vámonos. La democracia no puede ser sólo eso porque en esta España de mis dolores votamos en primer lugar a los “míos de toda la vida” y luego a un candidato porque es muy guapo o al otro candidato porque, aunque no sea guapo, es menos feo que el contrario. Recuerdo con estupor como había muchísima gente que votaba a Felipe González sólo porque era “guapísimo”. Esto no puede ser de verdad democracia. Cada vez que veo la serie de TV “Cuéntame” y observo como Tony el hijo de Antonio Alcántara se la juega en reuniones secretas con el PCE para luchar contra Franco y traer la democracia en España pienso, “pobre iluso, déjalo, ¿No sabes que después de tanto esfuerzo por la democracia la gente no sabe votar?” ¿Cuánta gente dice? uf... qué mal lo hace el gobierno... pero les volveré a votar a ver si lo hacen mejor.. ¿Cuánta gente vota sin convicción ideológica, sin conocer los programas? ¿Cuánta gente vota un partido sin saber que su programa es contrario a sus convicciones morales?
En España trajeron la democracia cuando yo era pequeñito, qué mejor momento en aquel entonces para, en las escuelas, enseñar valores democráticos a los niños, así hoy en día, quizás la clase política sería más digna y nosotros no votaríamos al mío de siempre o al candidato más guapo. A los niños de nuestra generación, los que vimos quitar la foto del generalísimo por la foto del rey y dejamos de ponernos en pie cuando entraba el maestro por la puerta del aula, se ocuparon mucho de enseñarnos las siete provincias vascas, que nuestro idioma era el euskera y que lo que había más allá del Ebro tenía que empezar a no interesarnos. Fue por entonces cuando decidí que las provincias vascas solo eran tres, que mi idioma era el castellano, y que lo que había más allá del Ebro me interesaba mucho más que las estupideces que nos empezaban a contar. Al final, mi generación, los que tenemos entre 30 y 40 años, pensamos en flores, pajaritos, coches, cuál es el mejor ron para el "cubata" y "hay que ver lo joven que está Madonna", sabemos lo que quieren los pérfidos politicos que sepamos: nada. Somos jovenes que nos conformamos con cualquier cosa con tal de disponer de ciertas comodidades transitorias, así mi generación es enormemente manipulable, y creyendo tener la verdad absoluta no tiene absolutamente nada. No sabemos ver más allá de nuestras narices, y nos creemos todo lo que los pérfidos políticos nos dicen, también nos dicen que somos la generación más preparada..... eso si que es bueno. Y somos nosotros los que vamos a votar mañana, gente que piensa que Cervantes es un personaje de ficción, y que Don Quijote es un personaje histórico.
Para Aristóteles la política es la constructora del Estado ideal, donde el hombre bueno es lo mismo que el ciudadano bueno y el fin del Estado es producir el tipo de moral más alto posible del ser humano. Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que el fin de la sociedad, y del Estado por consiguiente, ha de ser garantizarla. De ahí que tanto uno como otro consideren injusto todo Estado que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto.
Para Santo Tomás de Aquino el Estado ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia, por ejemplo, las contrarias al bien común, o las dictadas por egoísmo. Soy un iluso.
Una auténtica democracia es posible en un Estado de derecho sobre la base de una recta concepción de la persona humana y requieren que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la subjetividad de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad. Esto no es mío, es de Juan Pablo II, por cierto ¿Sabemos qué es un Estado de derecho? En el Estado de derecho es soberana la ley, no el arbitrio de los hombres. Cuando con la apariencia de gobierno con el pueblo, para el pueblo y por el pueblo los políticos y grupos de poder sólo buscan su provecho particular, o impiden la participación efectiva en la actividad política a un determinado grupo de ciudadanos, cuando la corrupción política, el enriquecimiento personal o el tráfico de influencias son normales, se genera cuanto menos desconfianza, esto lo escribe el teólogo Doménec Melé, pero yo a la desconfianza añadiría sensación de fraude, de negación de la verdadera democracia.
A los representantes que vamos a votar mañana les debemos pedir que no olviden la dimensión moral de su representación que consiste en el compromiso de compartir destino con su pueblo y buscar soluciones a los problemas reales que tenemos. Una autoridad responsable es ejercida con espíritu de servicio, paciencia, modestia, moderación, caridad, generosidad... una autoridad ejercida por personas capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común y no el prestigio. Soy un iluso.

Sé que cuando voto no voy a conseguir lo que quiero, cuando entrego mi papeleta lo que hay escrito en ella se diluye en un mar de papeletas, siglas y recuentos, al final todos ganamos porque todos perdemos. Voto al que me parece menos malo, nuestra clase política deja mucho que desear, aunque votando al mío de siempre o al más guapo, nos lo merecemos.

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