martes, 18 de marzo de 2008

Santo Tomás y la existencia de Dios


¿Dios existe?, es una pregunta que, aunque un poco olvidada hoy en día, se sigue haciendo la humanidad. La cuestión de Dios resuena en las conciencias ya que su respuesta no sólo afecta a la ciencia o a la filosofía. Comprobar empíricamente la existencia de Dios o, quizás si cabe, la no existencia de Dios, cambiaría radicalmente y para siempre la civilización en nuestro mundo. La respuesta a esta pregunta influye en el significado y el sentido de nuestro propio ser, está unido a la finalidad de la existencia humana. De tener un sentido en Dios la vida podría pasar a no tener ningún sentido. Si queremos que el hombre tenga oportunidad de encontrar un sentido a su existencia tiene derecho a los mejores caminos para encontrar a Dios. Utilizando las ideas de San Agustín, el hombre tiene necesidad de Dios y no descansa hasta reposar en Él. Cada uno de nosotros lleva una pregunta esencial y necesita con ella una respuesta verdadera, nos damos cuenta que somos unos seres limitados y finitos, y conocemos sin embargo lo infinito. Deseamos ir de lo finito a lo infinito, buscamos la solución a nuestra limitación, a la finitud, una solución a la muerte, buscamos en definitiva la salvación. Es importante tener fe, saber que Dios existe. Según Pascal, que no sabía si Dios existía o no, la cuestión era cosa de la voluntad del hombre. La existencia de Dios no puede ser conocida de igual manera que conocemos un fenómeno de la naturaleza, por lo tanto lo mejor que se puede hacer es apostar por su existencia y vivir como si no hubiera ninguna duda de la existencia de Dios. Es algo meramente práctico, si soy buena persona y Dios existe me salvaré, si no existe Dios, no importa ser bueno o malo, pero si soy malo no seré bien tratado por la historia. Para Pascal la mejor elección en todos los casos era ser bueno. Pero en contra de lo que dice Pascal, el hombre aunque no puede conocer la esencia de Dios, sí puede conocer la existencia de Dios. Siglos antes, Santo Tomás ya había enunciado cinco vías para demostrar la existencia de Dios, cosa que era evidente para él. Cuando decimos “Dios Existe” identificamos el sujeto con el predicado ya que Dios es su mismo ser, es decir, la existencia de Dios es evidente en sí misma, pero necesita ser demostrada. Santo Tomás enseña que el intelecto es lo mejor que ha creado Dios, pero, siguiendo a Juan Pablo II, no por eso vamos a dejarnos llevar por el racionalismo haciendo caso sólo al intelecto. Precisamente el ser que Dios ha creado con intelecto es un ser complejo y rico en matices, un ser que desea entender lo visible y también lo invisible, es decir, conocer a Dios. Para ello Santo Tomás no ve otro remedio que utilizar la búsqueda filosófica ayudada y dirigida por la teología, y nace la teosofía, es decir, la teología natural, que no es más que una parte de la filosofía que se ocupa de la existencia de Dios y sus atributos. Santo Tomás toma la vía de los filósofos, refiriéndose con ello a las especulaciones filosóficas sobre Dios. Los teólogos de aquella época se habían alejado de este tipo de investigaciones, pero como recuerda Juan Pablo II, en el pensamiento de estos teólogos no tenía mucho sentido la investigación filosófica del Dios Vivo, ya que si ya había hablado y se había revelado en su propio Hijo no hacía falta investigar. Santo Tomás, sin embargo, no abandona la especulación filosófica y al final consigue que la filosofía colabore con la teología en sus cinco vías de acceso a Dios. La luz de la razón y de la fe proceden ambas de Dios y no pueden contradecirse. Reconoce que la fe como opción libre, ayuda a la razón, y ésta, ayudada por la fe es liberada de la fragilidad del pecado y elevada al conocimiento de Dios. Como decía antes, es cierto que Dios ya se había revelado, y eso era algo que había quedado bastante claro en las Escrituras, pero, y esto es lo importante, lo que hace que las cinco vías sean privilegiadas es que las pruebas de Santo Tomás son caminos de acceso a Dios que parten de datos empíricos. El punto de partida de las cinco vías es siempre un hecho de la experiencia. Se parte de datos sensibles para llegar a Dios como causa, son demostraciones "a posteri", que van de los efectos a la causa. Ésta era la diferencia con otro tipo de pruebas como la demostración “a simultaneo” de San Anselmo de Canterbury o las “pruebas morales”. Estas pruebas, basadas en intuiciones humanas, o en concepciones mentales no parten de hechos de la experiencia y no tienen la firmeza de las vías.

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