jueves, 24 de abril de 2008

El encanto errante


Qué bello es el encanto errante de un cénit poderoso,

triste y bello, es el pensamiento de tierra, divino y eterno.

Pesan en la noche las lentas horas, el suspense tenebroso,

como un fantasma de alma impasible que ha de decorar la mañana.

Luz, viento y música, todo espléndido y sin embargo monótono.

Qué bello es el jardín desnudo de un cénit poderoso.


La cara oculta susurra con cuidado entre hojas secas

que vivir es jugar y que en la soledad el que ríe llora.

Quédate, llora con lágrimas, luego moja el pan,

que aquí estoy arrinconado en la puerta y sin salir de la sombra.


Qué bellos son, embuste, miedo y muerte, el sol y la luna.

Y dicen que me sepultan los instantes en los que viene la costumbre,

que con paz me sepultan los que en un instante muestran frío y alivio.

Qué bello es el encanto errante de un cielo acostumbrado.
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