martes, 12 de febrero de 2008

Propuesta


Propongo coger un Nuevo Testamento y buscar San Mateo capítulo 5 versículos del 1 al 12, no es mucho, apenas 11 frases. ¿Qué nos encontramos? Sí, algo que nos parece que conocemos y que no nos puede enseñar nada. Sí, ya se que esto de las Bienaventuranzas lo hemos escuchado un millón de veces. Pero propongo pensar un poco en ello, leer y pensar, sólo eso.
Jesús sube al monte, sube a lo alto para hablarnos, y lo hace de una forma muy directa y muy clara, fácil de entender, aunque no por ello fácil de llevar a la práctica. Siempre nos hemos preguntado qué es la felicidad, cómo ser felices, y andamos equivocados, errantes. Buscamos la felicidad en el “tener”, en el disfrute de los bienes materiales, pero Jesús nos dice que estamos muy equivocados, nos dice desde el monte que la felicidad está en amar y ser amado.
Las bienaventuranzas nos dibujan el rostro de Cristo, del hombre perfecto, nos desvelan el difícil secreto de ser cristianos. Las bienaventuranzas parecen palabras de promesa, y lo son, pero también son palabras orientadoras. Cada una de las bienaventuranzas va dirigida a nosotros, describe la situación de cada uno de nosotros, pobres discípulos cansados, hambrientos y perseguidos por la postmodernidad. Los valores que propone Cristo son distintos a los valores que nos propone la sociedad; Cristo hace brillar una nueva imagen del mundo, invierte los valores. No debe entenderse que el júbilo que nos presenta debe trasladarse exclusivamente al futuro del más allá; lo que nos propone Jesús con las bienaventuranzas es que miremos a través de los ojos de Dios. Cuando conseguimos cambiar el paso para caminar acompasados con Jesús, cuando conseguimos vivir con esos nuevos criterios, es cuando saboreamos un poco de lo que vendrá en un futuro.
Las bienaventuranzas expresan la auténtica situación del creyente en el mundo. Aunque nos sintamos disgustados, fuera de lugar, insultados, deberíamos experimentar alegría. Si aprendemos a sufrir con Jesús, la alegría de su triunfo, la verdadera felicidad, nos llegará a nosotros.
Las bienaventuranzas son también una biografía “oculta” de Jesús, Él es el auténtico pobre, el verdadero humilde y puro de corazón, Él es el constructor de la paz, el que contempla a Dios y el que sufre por amor a Dios. Las bienaventuranzas son el guión perfecto para imitar a Jesús.Por mucho que hablemos de las bienaventuranzas siempre nos quedamos en el umbral de su significación más profunda. El verdadero reto es introducirse en la hondura del pensamiento de Jesús. Entender a Jesús es algo más que entender sus palabras, no basta asombrase con ellas, para entender a Jesús hay que vivirlo y para vivirlo necesitamos las bienaventuranzas. Es lo mínimo si queremos empezar a buscar la Verdad.

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