domingo, 15 de junio de 2008

Leer la Biblia


El próximo octubre se celebrará una Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en el Vaticano, que reflexionará sobre la importancia de las Sagradas Escrituras y sobre lo indicado de su lectura. Los católicos leen poco la Biblia y el Papa se preocupa por ello. En concreto los católicos españoles son los que menos leen las Sagradas Escrituras, por otro lado, los católicos de Estados Unidos son los que más leen la Biblia.
Que sean los americanos los que más leen la Biblia no me sorprende, ni tampoco el dato de los españoles. Los católicos americanos viven en un ambiente protestante, donde la lectura de la Biblia es algo natural. Una de las reivindicaciones de Lutero fue el derecho a la lectura de las Sagradas Escrituras. Hasta 1534, sólo circulaban por Europa traducciones de la Biblia en latín, y por lo tanto estaban destinadas a sacerdotes y eruditos. Lutero desafió al poder eclesiástico e intentó poner la Biblia al alcance de la población, del vulgo, que en su caso, sólo entendía la lengua alemana. Además Lutero, después de la ingente labor de traducir la Biblia al alemán, hizo a cada lector responsable de la interpretación de su lectura, rechazando cualquier interpretación magisterial de la Iglesia. La suerte que tuvo Lutero fue contar con un invento que hizo que su Biblia llegase a todos los rincones de Alemania, la imprenta, marcando así una revolución llamada “lectura masiva”. De esta manera, para un protestante, la lectura de la Biblia es algo natural, algo que desde el principio lo diferenció del fiel católico. Para el católico, la lectura de la Sagrada Escritura no era tan fácil, durante años siguieron circulando Biblias únicamente en latín haciendo imposible su lectura habitual. En 1564, el Concilio de Trento, para proteger al catolicismo del peligro luterano, proclamó que: "Confesamos que la Escritura Santa es imperfecta y letra muerta en tanto que el soberano pontífice no la ha explicado y no ha dado permiso de leerla a los laicos". Esta restricción sólo fue contestada en 1960 durante el Concilio Vaticano II. Durante siglos, para el católico normal, de calle, la Biblia ha sido sólo para los Sacerdotes y los Teólogos, y el simple hecho de abrir una Biblia y leerla producía un cierto temor. Esto pide una matización: En Francia, en 1550, se difundía con mucho éxito la traducción de Louvain, a los que se añadió entre 1666 y 1670 tres traducciones más. Lo mismo ocurría en otros países. Pero en España era diferente, Anselmo Petite escribía: “Aunque en otros reinos hace tiempo que corren las traducciones vulgares de la Biblia, en nuestra España no era lícito leerlas sin especial licencia, hasta el decreto de la Santa Inquisición de 7 de enero de 1783". Es por eso por lo que los católicos españoles no leen la Biblia, unos porque son jóvenes y ateos y otros porque son demasiado viejos y tienen metido en la cabeza la vieja protección contra los luteranos, “cuidado que la Biblia es para los curas”. Sólo así se explica el comentario que hace un lector ante la noticia del Sínodo que abre este post en un diario electrónico “resulta muy peligroso que los católicos acudan directamente a la Biblia sin aprender paralelamente la doctrina que la Iglesia extrae de la Escritura.”. ( http://www.religionenlibertad.com/cms/node/628 ) Quizá esta persona efectivamente nunca haya leído la Biblia. no sabe que toda Biblia Católica está llena de anotaciones, de notas al pie de página, que no hacen otra cosa que explicar lo que la Iglesia piensa de cada pasaje, o por lo menos de los más importantes. El católico dispone de un enorme abanico de ediciones de Biblias que cuentan con todas las “bendiciones” del Magisterio para ser leídas en la intimidad del hogar. El católico español no tiene excusa para no leer la Biblia, todo el mundo tiene una Biblia en casa pero poca gente la abre. Os aseguro que la Biblia es un libro fabuloso, el único secreto es abrirla y leer.

3 comentarios:

José Miguel Arráiz dijo...

Respecto a este comentario:

En 1564, el Concilio de Trento, para proteger al catolicismo del peligro luterano, proclamó que: "Confesamos que la Escritura Santa es imperfecta y letra muerta en tanto que el soberano pontífice no la ha explicado y no ha dado permiso de leerla a los laicos".

Que ha copiado sin verificar de aquí www.unionbiblica.com/lampara/2006/articulo.htm le recomiendo que verifique primero sus fuentes. Lo coherente hubiera sido leer el concilio de Trento para que se diera cuenta de que dicho concilio no dice eso por ninguna parte.

Esto es lo que dice el concilio:

DECRETO SOBRE LA EDICIÓN Y USO DE LA SAGRADA ESCRITURA (Parte de la Sessión IV)
Tomado de Multimedios.org

Considerando además de esto el mismo sacrosanto Concilio, que se podrá seguir mucha utilidad a la Iglesia de Dios, si se declara qué edición de la sagrada Escritura se ha de tener por auténtica entre todas las ediciones latinas que corren; establece y declara, que se tenga por tal en las lecciones públicas, disputas, sermones y exposiciones, esta misma antigua edición Vulgata, aprobada en la Iglesia por el largo uso de tantos siglos; y que ninguno, por ningún pretexto, se atreva o presuma desecharla. Decreta además, con el fin de contener los ingenios insolentes, que ninguno fiado en su propia sabiduría, se atreva a interpretar la misma sagrada Escritura en cosas pertenecientes a la fe, y a las costumbres que miran a la propagación de la doctrina cristiana, violentando la sagrada Escritura para apoyar sus dictámenes, contra el sentido que le ha dado y da la santa madre Iglesia, a la que privativamente toca determinar el verdadero sentido, e interpretación de las sagradas letras; ni tampoco contra el unánime consentimiento de los santos Padres, aunque en ningún tiempo se hayan de dar a luz estas interpretaciones. Los Ordinarios declaren los contraventores, y castíguenlos con las pensas establecidas por el derecho. Y queriendo también, como es justo, poner freno en esta parte a los impresores, que ya sin moderación alguna, y persuadidos a que les es permitido cuanto se les antoja, imprimen sin licencia de los superiores eclesiásticos la sagrada Escritura, notas sobre ella, y exposiciones indiferentemente de cualquiera autor, omitiendo muchas veces el lugar de la impresión, muchas fingiéndolo, y lo que es de mayor consecuencia, sin nombre de autor; y además de esto, tienen de venta sin discernimiento y temerariamente semejantes libros impresos en otras partes; decreta y establece, que en adelante se imprima con la mayor enmienda que sea posible la sagrada Escritura, principalmente esta misma antigua edición Vulgata; y que a nadie sea lícito imprimir ni procurar se imprima libro alguno de cosas sagradas, o pertenecientes a la religión, sin nombre de autor; ni venderlos en adelante, ni aun retenerlos en su casa, si primero no los examina y aprueba el Ordinario; so pena de excomunión, y de la multa establecida en el canon del último concilio de Letran. Si los autores fueren Regulares, deberán además del examen y aprobación mencionada, obtener licencia de sus superiores, después que estos hayan revisto sus libros según los estatutos prescritos en sus constituciones. Los que los comunican, o los publican manuscritos, sin que antes sean examinados y aprobados, queden sujetos a las mismas penas que los impresores. Y los que los tuvieren o leyeren, sean tenidos por autores, si no declaran los que lo hayan sido. Dese también por escrito la aprobación de semejantes libros, y parezca esta autorizada al principio de ellos, sean manuscritos o sean impresos; y todo esto, es a saber, el examen y aprobación se ha de hacer de gracia, para que así se apruebe lo que sea digno de aprobación, y se repruebe lo que no la merezca. Además de esto, queriendo el sagrado Concilio reprimir la temeridad con que se aplican y tuercen a cualquier asunto profano las palabras y sentencias de la sagrada Escritura; es a saber, a bufonadas, fábulas, vanidades, adulaciones, murmuraciones, supersticiones, impíos y diabólicos encantos, adivinaciones, suertes y libelos infamatorios; ordena y manda para extirpar esta irreverencia y menosprecio, que ninguno en adelante se atreva a valerse de modo alguno de palabras de la sagrada Escritura, para estos, ni semejantes abusos; que todas las personas que profanen y violenten de este modo la palabra divina, sean reprimidas por los Obispos con las penas de derecho, y a su arbitrio.

José Miguel Arráiz dijo...

Quiero agregar un artículo que habla de esto que tengo publicado en mi sitio Web y corrige varios errores garrafales de este post:

Derribando algunos mitos protestantes sobre el oscurantismo medieval
Autores varios

La obra Sección I del Griego del Nuevo Testamento, que facilita en sus cursos de lenguas bíblicas la entidad protestante s.e.u.t. (Seminario Evangélico Unido de Teología, ligado a la Iglesia Evangélica Española y a la Iglesia Española Reformada Episcopal), no se centra en la lengua griega, como sería de esperar, sino que incursiona en el terreno de la exégesis y de la historia al exponer algunos de los principios "exegéticos" de la pseudo-reforma protestante, así como al enseñar sin rubor los mitos de la historiografía "reformada". Vamos a ver cómo esta obra maestra de manipulación ideológica carece de base científica y bíblica.

Mito primero

Se trata de la supuesta ignorancia de los pueblos de Europa en materia bíblica antes de la pseudo-reforma protestante, tal y como se afirma en la lección 34 de la Sección I (pág. 5.8), donde se dice a propósito de la Edad Media, la "Edad de las tinieblas", que dicha ignorancia se debía a estar escrita la Biblia "sólo en idiomas antiguos, como el latín y el griego. La Biblia estaba sólo disponible, mayormente, en latín, y el hombre corriente de entonces no estaba más versado en latín que el operario de una fábrica de Ford en la actualidad"; y "un poco antes de la Reforma, algunos comenzaron a traducir la Biblia a lenguas europeas (...) a pesar de la terrible oposición y persecución".

Parece imposible mayor número de falsedades en tan pocas líneas.
Vamos por partes:

1) La Edad Media comienza en el siglo V d.C., a contar desde el año de la caída de Roma. En dicha época la mitad occidental del antiguo imperio romano, dominada por los bárbaros, hablaba latín y disponía de una excelente versión de la Biblia: la Vulgata de San Jerónimo; la mitad oriental del imperio, que sobrevivió hasta que los turcos conquistaron Constantinopla en el siglo XV, hablaba griego y podía leer en esa lengua tanto en Nuevo Testamento como el Viejo (este último en varias versiones, como la de los LXX); de suerte que en la Edad Media el pueblo tenía un conocimiento amplísimo de las Escrituras.

2) La Biblia se traducía a las lenguas vernáculas muchos siglos antes de la pseudo-reforma de Lutero, Calvino y compañía, pues:

a) Los santos católicos Cirilio y Metodio tradujeron la Biblia al búlgaro antiguo en el siglo IX, ¡en plena Edad Media, la "Edad de las tinieblas"! (cf. Lengua y Literatura Latinas I, autores varios, UNED, Madrid, 1986, pág. 32, e Iniciación a la fonética, fonología y morfología latinas, José Molina Yébenes, Publicacions Universitat de Barcelona: Barcelona 1993, pág. 4); así, los búlgaros podían leer la Biblia en su lengua.

b) El obispo Ulfilas (arriano, no católico), evangelizador de los godos de Dacia y Tracia, tradujo la Biblia al gótico pocos años antes de que San Jerónimo acabara la Vulgata, de suerte que cuando llegaron las "tinieblas" medievales ¡los godos podían leer la Biblia en su lengua materna! (cf. José Molina Yévenes, op. cit., pág. 5; Esteban Torre, Teoría de la traducción literaria, Ed. Síntesis, 1994, pág. 24, y UNED, op. cit., pág. 32).

c) El monje católico Beda el Venerable tradujo al anglosajón o inglés antiguo el Evangelio de San Juan poco antes de su muerte, acaecida en el año 735, o sea: ¡en plena Edad Media, "la Edad de las tinieblas"! (cf. Esteban Torre, op. cit., pág. 24).

d) El gran historiador Giuseppe Riciotti, autor de obras meritísimas como Vida de Jesucristo (Ed. Luis Miracle, Barcelona 1978) e Historia de Israel (Ed. Luis Miracle, Barcelona 1949), nos informa en su introducción a la Sagrada Biblia de que, en Italia, "la Biblia en lengua vulgar era popularísima en los siglos XV y XVI", y de que "desde el siglo XIII se poseen" traducciones italianas de la Biblia, aunque "se trata de traducciones parciales", es decir, aunque se trata de traducciones de los libros sagrados más memorables y accesibles, pues a nadie, excepción hecha de unos cuantos eruditos, le interesaba, p. ej., el elenco interminable y fastidiosísimo de las genealogías del libro de los Números (tomado de sì sì no no, n. 70, abril 1998, pág. 7).

e) La obra Historia de la Literatura I (Antigua y Medieval) (autores varios, UNED, Madrid, 1991, pág. 103) nos informa de lo siguiente tocante a las versiones castellanas de la Biblia: "hallamos en el siglo XIII otro grupo de obras formado por las traducciones de la Biblia que se realizaron en este periodo. Ya en la primera mitad del siglo nos encontramos con el primer texto conservado que se incluye en este grupo: la Fazienda de Ultramar. Pese a que algunos han querido retrasar su redacción hasta mediados del siglo XII, no parece, por su lengua, que fuere escrita en fecha tan temprana. No es una simple versión de la Biblia. Contiene, junto a la propia traducción (realizada, al parecer, no directamente de la Vulgata sino de una traducción latina del siglo XII efectuada sobre los textos hebreos), otra serie de materiales: descripciones geográficas, relatos tomados de la antigüedad clásica... Parece que pretende ser una especie de guía para los peregrinos que viajaban a Tierra Santa. Mediante estas traducciones de la Biblia se consiguió que personas que sabían leer en su propia lengua pudiesen recibir más directamente las enseñanzas religiosas. Las versiones eran también aprovechadas para lectura en voz alta realizada en grupos reducidos. La Iglesia española de la época no era muy partidaria de las Biblias romances, y de hecho en el Concilio de Tarragona de 1233 llegó a prohibir su lectura. Pese a ello la traducción de las Escrituras no fue abandonada, se desarrolló ampliamente a lo largo del siglo XIII y las Biblias romanceadas fueron leídas incluso por los reyes de la época".

Está claro: mucho antes de Calvino y Lutero, el pueblo castellano leía la Biblia en su lengua. La enorme extensión de las traducciones castellanas muestran que el derecho prohibitivo del Concilio Tarraconense o no se aplicó o enseguida cayó en desuso. Dicha decisión conciliar tenía su explicación: antes de autorizar la lectura de una versión había que mirar si acaso estaba bien hecha, sin falseamientos del texto sagrado. La escasa calidad literaria de las versiones junto con el aditamento de otros materiales no era de lo más a propósito para alejar toda sospecha; pero no se persiguió a nadie por traducir la Biblia al castellano, lo cual es muy significativo.

f) "La Edad Media presenció el florecimiento en Francia de un gran número de traducciones de la Sagrada Escritura a todas las lenguas y dialectos de Oc y de Oil [para todas las antiguas versiones francesas nos remitimos a: P. C. Chauvin, La Bible depuis ses origines jusqu'à nos jours]. Se poseen algunas que se remontan al siglo XII e incluso a finales del XI. En el siglo XIII, la Universidad de París presentó una traducción de ambos Testamentos que hizo ley durante mucho tiempo. Con todo, aparecieron otras versiones francesas, particularmente en el siglo XIV. Una de ellas, la de Guyart Desmoulins, de finales del siglo XIII pero actualizada tocante al estilo, se imprimió desde 1478 en cuanto al Nuevo Testamento, y en su totalidad en 1487" (Daniel Raffard de Brienne, Traductor, Traditor. Les nouvelles traductions de l'Écriture Sainte, en la revista Lecture et Tradition, julio-agosto de 1986).

Lutero se jactaba de haber sido el primero en traducir la Biblia al alemán, pero ya el heresiarca Calvino le recordó que dicho honor no le pertenecía; en efecto, sabemos que el fraile editó en 1522 el Nuevo Testamento, y en 1532 lo restante, y que "se ha dicho de esta versión, con gran falta de verdad histórica, que era la primera versión alemana en lengua vernácula, cuando para entonces sólo en Alemania había catorce versiones en lengua erudita y cinco en lengua corriente. Además había muchas versiones parciales, como del Nuevo Testamento, de los Salmos... (cf. Janssen: Geschichte des deutschen Volkes seit dem Ausgang des Mittelalters, 8 vv., Friburgo, 1883-1893, tomo I, pág. 51)" (Francisco J. Montalbán, S.I., Los Orígenes de la Reforma Protestante, Razón y Fe, Madrid 1942, pág. 129).

g) El gran historiador Ricardo García-Villoslada nos informa también de las versiones germánicas de la Biblia antes de Lutero: "Muchos opinan que la obra principal de Martín Lutero en su vida fue la traducción de la Sagrada Escritura al idioma de su pueblo. No cabe duda que la versión vernácula de la Biblia y la divulgación de la misma, ofreciéndola como única norma de fe, jugó un papel importantísimo en la fundación y establecimiento de la Iglesia luterana. Exagerando sus méritos, por otra parte innegables, solía repetir que en la Iglesia, antes de él, nadie conocía ni leía la Biblia (Tischr. 3795 III 690; ibid., 6044 V 457 y otros muchos lugares). Hoy el lector se ríe de tan injustas aseveraciones, dictadas por la pasión. Recuérdese lo que dijimos de la lectura de la Biblia cuando Fr. Martín era novicio en Erfurt. Francisco Falk ha contado no menos de 156 ediciones desde la invención de la imprenta hasta 1520 (F. Falk, Die Bibel am Ausgange des Mittelalters [Maguncia 1905] 24). Sebastián Brant comienza su conocido poema Nave de los locos (1494) con estos versos: `Todos los países están hoy llenos de Sagrada Escritura -y de cuanto atañe a la salud de las almas-, de la Biblia', etc. Traducciones alemanas de toda la Sagrada Escritura existían no pocas antes de Lutero, por lo menos catorce en alto alemán y cuatro en bajo alemán, sin contar las versiones parciales, salterios, evangeliarios, etc. En el siglo XIV se hizo en Baviera una traducción total, que el impresor alsaciano Juan Mentelin hizo estampar en Estrasburgo en 1466, y que con algunas modificaciones fue reimpresa trece veces antes de que apareciese la de Lutero, llegando a ser como una Vulgata alemana, según Grisar. (Puede consultarse la gran edición de W. Kurrelmeyer, Die erste deutsche Bibel [Tubinga 1903-15], 10 tomos con el texto primigenio y las correcciones de las 13 ediciones posteriores. Véase también W. Kurrelmeyer, The Genealogy of the Prelutheran Bibles, en The Journal of Germanic Philology, 3,2 [1900] 238-47; W. Walter, Die Deutsche Bibel: übersetzung des Mittelalters, Braunschweig 1889-92)" (García-Villoslada, Martín Lutero, BAC, Madrid 1976, t. II, pág. 399).

h) También se puede mencionar la traducción de la Biblia, en la Edad Media, a otras lenguas indoeuropeas, como el armenio (cf. UNED, op. cit., pág. 30 y Molina Yébenes, op. cit., pág. 4), hecha en el siglo V, ¡el siglo en que comienza la "Edad de las tinieblas"!

Con lo dicho hasta ahora es suficiente para demoler uno de los mitos de la historiografía protestante: la tremenda ignorancia en punto a la Biblia en que la malvada Iglesia Católica mantenía a los pueblos cristianos medievales.

Mito segundo

En la Edad Media "la mayoría de las personas no sabían leer ni escribir. Así que estaban `a oscuras' por lo que respecta a toda clase de conocimiento, ya que no podía ser comunicado" (Lección 34 de la Sección I, pág. 5.8).
¡Esto es genial! ¿Dónde debió estudiar historia el autor? ¿En un cursillo televisivo de la BBC?

Veamos lo que nos dice sobre este asunto esa ciencia llamada Historia: "En la Edad Media, como en todas las épocas, el niño va a la escuela. Por lo general, es la escuela de su parroquia o del monasterio más cercano. En efecto, todas las iglesias tienen una escuela: a ello obliga el Concilio de Letrán de 1179, y en Inglaterra, país más conservador que el nuestro, todavía puede verse la iglesia junto a la escuela y el cementerio. Muchas veces son fundaciones señoriales las que garantizan la instrucción de los niños; Rosny, una pequeña aldea a orillas del Sena, tenía desde comienzos del siglo XVIII una escuela que había fundado hacia el año 1200 su señor Gui V Mauvoisin. Otras veces se trata de escuelas exclusivamente privadas; los habitantes de un poblado se asocian para mantener a un maestro que toma a su cargo la enseñanza de los niños. (...)También los capítulos de las catedrales estaban sometidos a la obligación de enseñar dictada por el Concilio de Letrán (Nota 1: En cada diócesis, dice Luchaire, aparte de las escuelas rurales o parroquiales que ya existían... los capítulos y los principales monasterios tenían sus escuelas, su personal de profesores y alumnos. La societé française au temps de Philippe Auguste, pág. 68). El niño entraba en ellas [en las escuelas] a los siete u ocho años de edad, y la enseñanza que preparaba para los estudios universitarios se extendía a lo largo de una década, lo mismo que hoy, de acuerdo con los datos que proporciona el abad Gilles el Muisit. Varones y niñas estaban separados; para las niñas había establecimientos particulares, tal vez menos numerosos, pero donde los estudios alcanzaban a veces niveles muy altos. La abadía de Argenteuil, donde se educó Eloísa, proporcionaba el aprendizaje de la Sagrada Escritura, letras, medicina y hasta cirugía, aparte del griego y el hebreo, que introdujo Abelardo. En general, las escuelas daban a sus alumnos nociones de gramática, aritmética, geometría, música y teología, que les permitían acceder a las ciencias que se estudiaban en la Universidad; algunas incluían alguna enseñanza técnica. La Histoire Littéraire menciona como ejemplo la escuela de Vassor en la diócesis de Metz, donde al mismo tiempo que aprendían la Sagrada Escritura y las letras, los alumnos trabajaban el oro, la plata y el cobre (Nota 2: L. VII, c. 29; registrado por J. Guiraud, Histoire partiale, histoire vraie, pág. 348). (...) En esta época los niños de las diferentes clases sociales se educaban juntos, como lo atestigua la conocida anécdota que presenta a Carlomagno irritado contra los hijos de los barones, que eran perezosos, contrariamente a los hijos de los siervos y los pobres. La única distinción que se hacía era la de la retribución, dado que la enseñanza era gratuita para los pobres y de pago para los ricos. Veremos que esa gratuidad podía prolongarse mientras duraran los estudios y también extenderse al acceso al título, puesto que el ya mencionado Concilio de Letrán prohíbe a las personas cuya función era dirigir y controlar las escuelas `que exijan a los candidatos al profesorado una remuneración para que se les otorgue el título'. Por otra parte, en la Edad Media había poca diferencia en la educación que recibían los niños de diferente condición; los hijos de los vasallos más humildes se educaban en la mansión señorial junto a los del señor, los hijos de los burgueses ricos estaban sometidos al mismo aprendizaje que el del más humilde artesano si querían atender a su vez el comercio paterno. Ésta es sin duda la razón por la cual hay tantos grandes de origen humilde: Suger, que gobernó Francia durante la cruzada de Luis VII, era hijo de siervos; Maurice de Sully, el obispo de París que hizo construir la iglesia de Nôtre-Dame, nació de un mendigo; San Pedro Damián fue porquero en su infancia, y Gerbert d'Audrillac, una de las luces más fulgurantes de la ciencia medieval, fue también pastor; el papa Urbano VI era hijo de un zapatero de Troyes, y Gregorio VII, el gran Papa de la Edad Media, de un pobre cabrero. A la inversa, muchos grandes señores son letrados cuya educación no debió diferir en mucho de la de los clérigos: Roberto el Piadoso componía himnos y secuencias latinas; Guillermo IX, príncipe de Aquitania, fue el primero de los trovadores; Ricardo Corazón de León nos dejó poemas, lo mismo que los señores de Ussel, de Baux y muchos otros; para no hablar de casos más excepcionales como el del rey de España Alfonso X" (Régine Pernoud, A la luz de la Edad Media, Ed. Juan Granica, Barcelona 1988, págs. 115-118).

Todo lo anterior, pura historia, nos presenta un cuadro de la Edad Media muy distinto del dibujado por la mitología protestante: la instrucción era vastísima, todo el mundo tenía acceso al conocimiento de las Escrituras, y la cultura era gratuita para los pobres (lo contrario de lo que ocurre en nuestro mundo protestantizado). ¿Dónde están, pues, las "tinieblas" medievales? Tan sólo en la mente de los mitógrafos protestantes.

Luis Fernando Pérez

José Miguel Arráiz dijo...

Y otro comentario de Miguel Serrano que puso en mi blog deltema:

Comentario de: Miguel Serrano Cabeza
(PERDÓN: no sé como tratar más brevemente este tema; si el moderador lo estima oportuno, le ruego que edite o elimine este comentario)

Respecto al mito 1, sobre la "oscuridad" de la Edad Media.

[1.-] Algunas fechas de fundaciones de Universidades:

Bolonia (1088), Oxford (1096), París (1150), Módena (1175), Cambridge (1208), Palencia (1208), Salamanca (1218), Nápoles (1224), Coimbra (1290), Praga (1347), Viena (1365), Heidelberg (1386),
Colonia (1388), Erfurt (1389), Leipzig (1409).

[2.-] Algunos datos acerca de la Biblia:

a) Poco antes de 380, el obispo arriano Wulfila o Ulphilas (310-383), evangelizador de la Dacia y de Tracia, tradujo la Biblia al gótico, para lo cual creó el alfabeto gótico.

b) San Jerónimo de Estridón (340-420) publicó en 398 su "Biblia Vulgata editio" por mandato de San Dámaso I Papa (entre 366 y 384) en 382.

c) A mediados del s. IX San Cirilo (826-869) tradujo la Biblia al eslavo antiguo, para lo cual creó el alfabeto glagólico, simplificado después por San Clemente Taumaturgo de Bulgaria o de Ojrid (840-926), en lo que luego se conocería como alfabeto Cirílico.

d) A mediados del s. XIII aparece la "Biblia prealfonsina" en dos volúmenes. Se trata de una traducción de la Vulgata al castellano que gozó de bastante prestigio.

http://es.wikipedia.org/wiki/Biblias_romanceadas

e) En 1280 la corte del Rey de Castilla, Alfonso X el Sabio, tradujo la Vulgata de San Jerónimo al castellano como parte de la "Gran e General Estoria" de Alfonso X. Recibió el nombre de la "Biblia Alfonsina". Tuvo en cuenta la Biblia prealfonsina.

f) En 1433, Moshe Aragel de Guadalajara, rabino de la comunidad judía de Maqueda, Toledo, por encargo de Don Luis Guzmán, Maestre de la Orden de Calatrava y miembro de la Casa de Alba, con ayuda de la comunidad franciscana de Toledo, tradujo la Biblia al castellano. Se le conoce como la "Biblia de Alba".

http://es.wikipedia.org/wiki/Biblia_de_Alba
http://en.wikipedia.org/wiki/Alba_Bible

g) En 1454 Johannes Gutemberg imprimió en Main (Alemania) unos 180 ejemplares de la Vulgata. Cada uno de los ejemplares constaba de 1282 páginas de 42 líneas cada una organizadas en dos volúmenes.

http://es.wikipedia.org/wiki/Biblia_de_Gutenberg

h) En 1478 mosén Lambert Palmart, impresor alemán nacido en 1440 en Colonia (Alemania), publicó la traducción al valenciano de la Vulgata, realizada por el cartujo Fray Bonifacio Ferrer (Valencia, 1350-1417).

http://es.wikipedia.org/wiki/Bonifacio_Ferrer

i) Isabel I de Castilla, la Católica (1451-1504), recomendaba encarecidamente a todas las monjas de Castilla y Aragón que aprendieran latín para poder leer diariamente la Biblia en la versión de la Vulgata de San Jerónimo. Así no tendrían que depender de unas traducciones que le parecían, cuando menos, discutibles.

La reina estaba pensando en la traducción al occitano realizada por los Valdenses durante el papado de Alejandro III (1159-1181), y en la traducción al inglés realizada en 1395 por John Wyckliffe y adoptada por los husitas.

Aún hoy esa recomendación, hecha extensiva para todo el pueblo de Dios, no ha perdido un ápice de todo su vigor.

j) En 1520 la Universidad de Alcalá de Henares, bajo la dirección de Diego López de Zúñiga y Núñez de Pavía, Obispo de Calahorra y La Calzada, y con el permiso expreso del Papa León X (1475-1521), publicó unas 600 copias de la Biblia políglota complutense. Estaba formada por seis volúmenes con tres columnas (hebreo, latín y griego) por página.

Fue una iniciativa financiada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517) que, con grandes gastos personales, no sólo logró que León X (1475-1521) le enviara copias de todos los manuscritos vaticanos disponibles en ese momento sino que también compró los mejores disponibles en el mercado.

Finalmente, invitó a los mejores teólogos de la época para trabajar en la ambiciosa tarea de compilar una enorme y completa Biblia políglota. Se trató de la primera Biblia políglota, e influyó en todas las demás.

http://es.wikipedia.org/wiki/Biblia_pol%C3%ADglota_complutense
http://www.newadvent.org/cathen/12222a.htm

k) En 1527 el Papa León X (1475-1521) se hizo cargo de los gastos de la publicación en Lyon de la Biblia "Veteris et Novi Testamenti nova translatio" del biblista dominico Xanthus Pagninus (1470-1541). Su mérito radica en su adhesión literal y estricta a los textos hebreos. Por este motivo y por su calidad fue la Biblia preferida de los rabinos de la época

http://en.wikipedia.org/wiki/Santes_Pagnino

l) Entre 1530 y 1534, el cardenal Tommaso de Vio (1468-1534), conocido como el comentarista angélico de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino, realizó una traducción muy cuidadosa tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, con excepción del Cantar de los Cantares, los Profetas y el Apocalipsis. Circuló como manuscrito desde 1534.

http://en.wikipedia.org/wiki/Thomas_Cardinal_Cajetan

m) Abraham ben Salomon Usque (Duarte Piñel) publicó en 1553 en Ferrara, Italia, su "Biblia en Lengua Española Traducida Palabra por Palabra de la Verdad Hebrayca por Muy Excelentes Letrados, Vista y Examinada por el Oficio de la Inquisicion. Con Privilegio del Ylustrissimo Señor Duque de Ferrara." Estaba destinada tanto a los españoles como a los judíos sefardíes de la diáspora. Se la conoce como la "Biblia de Ferrara".

http://en.wikipedia.org/wiki/Abraham_Usque

n) La Biblia de Martín Lutero (1483-1546) apareció en 1534. Lutero continuó retocándola, edición tras edición, hasta su muerte en 1546.

ñ) En 1572 Benito Arias Montano publicó 1213 ejemplares de la "Biblia políglota de Amberes" o "Biblia Regia" bajo los auspicios de Felipe II (1527-1598) en Amberes. Se trata de una versión en ocho volúmenes de la Biblia políglota complutense que acude a nuevos manuscritos hebreos y dota los textos hebreos de signos de puntuación vocálica (ya que las lenguas semíticas suelen omitir las vocales).

http://es.wikipedia.org/wiki/Biblia_regia

[3.-] Dos recomendaciones finales:

Si alguien desea saber lo "oscura" que fue la Edad Media, sólo tiene que echarle un vistazo a:

Ernst Robert Curtius: "Literatura europea y Edad Media Latina", MAdrid: FCE, 1984 (1948), 905pp, 84-375-0090-7 (obra completa); vol. 1: 84-375-0091-5, 489pp; vol. 2: 84-375-0092-3, 416pp

Si alguien desea saber lo "pobre" que fue la literatura cristiana antigua antes de la desastrosa aparición del Islam, sólo tiene que echarle un vistazo a:

Claudio Moreschini & Enrico Norelli: "Historia de la literatura cristiana antigua griega y latina. Desde Pablo hasta la edad constantiniana.", Madrid: BAC, 2006, 978-84-79148-51-5; vol. 1: 978-84-79148-52-2, 502pp; vol. 2: 978-84-79148-70-6, 838pp.

Saludos.