jueves, 28 de mayo de 2009

¿Sentido de la vida?


Cada instante de la vida, sitúan al hombre ante la posibilidad singular de realizar valores por lo que no existe ningún momento o circunstancia carente de sentido. Cada decisión personal hacia uno de los valores posibles, fija el sentido completo y acabado de nuestra existencia que no será sino la suma de los múltiples sentidos de todos y cada uno de sus instantes existenciales. El sentido de la vida nunca nace de la indagación acerca de la naturaleza de la existencia. La vida como una partida de ajedrez. La biografía de una persona, única e irrepetible, sería la crónica de esa partida. La partida no se gana en un movimiento aislado o único, sino por la secuencia de unos movimientos engarzados que configuran la estrategia del juego Cada movimiento condiciona los siguientes y cada error concede al contrario oportunidades. A veces se podrá rectificar otras no. Pero en el peor de los casos, tras una muy mala jugada siempre hay que volver a mover ficha. Encontrarle un sentido a la vida es encontrarle sentido al poco a poco de cada día y a la inversa, encontrarle un sentido al poco a poco de cada día es encontrarle un sentido a la vida.


La ontología dimensional existencial sitúa la existencia finita y singular como el espacio idóneo para que el ser humano despliegue las potencias de su tridimensionalidad ontológica (cuerpo, alma y espíritu). El hombre se fragua y se forja en las condiciones concretas de su existencia, donde el tiempo es el segmento que va desde el nacimiento hasta la muerte, los dos sucesos cardinales de la existencia del hombre. Pero por efecto de su espiritualidad el hombre se sitúa dentro y por encima de la existencia temporal, busca un sentido y dota de un contenido a la vida más allá de su limitada caducidad. Desde el punto de vista vital existencial del nacimiento no hay memoria ni conciencia, a pesar de ser un momento radical, pero la muerte es un acontecimiento que se dibuja con un incontestable y riguroso contenido personal. La muerte alumbra la existencia como final y como fin. Existir es un irremediable camino a la muerte.


Una mirada a la muerte nos dice que la vida es finita. La vida regala al hombre un tiempo finito pero desconocido, lo cual añade una nota de incertidumbre a la existencia. Esa inseguridad de cuándo finalizará la existencia urge al hombre a aprovechar el tiempo presente. La consecuencia de esto es la responsabilidad del hombre en su existencia. El hombre responde ante cada instante y de cada instante. El sentido de la vida implica algo más que el mero actuar en el tiempo. La vida se puede definir como el conjunto de una suma finita de instantes que sólo se presentan una única vez y ante la que hay que responder eligiendo responsablemente aquel valor que ajuste con el sentido de su vida. Este constante fluir de instantes construye la línea existencial del tiempo humano. Únicamente el presente es el tiempo de la decisión libre y responsable de realizar valores y convertirlos en sentido. El futuro aún no es tiempo de realizar valores, y el pasado ya no es tiempo de realizar valores. El tiempo que realmente existe es el presente. Una acción responsable en el presente me permite incluso modificar y redimir el sentido del pasado y modificar el sentido del futuro.

Las acciones que se han ejercitado en la fugacidad del presente no son acciones que se esfuman sino más bien acciones que hilan el sentido de la vida, un almacén de vivencias, una biografía. Sobre el instante próximo, el futuro, surge como una nueva ocasión para actuar en el mundo, un instante nuevo permite reafirmar la historia personal, modificar el sentido del pasado o colmar de sentido toda una vida. Una vida puede cambiar en un instante. La biografía puede verse como el despliegue temporal de la persona en la que es responsable y protagonista única en todos y cada uno de los múltiples momentos que reclaman ser dotados de sentido. El hombre no sólo “es” sino que también “ha sido”. Es imposible conocer la persona concreta sino es a través de una mirada al conjunto de su vida transcurrida. Por otra parte el hombre también es “devenir”, puede “llegar a ser”, es un horizonte abierto, mientras quede un instante de tiempo aún se puede colmar el sentido de la vida. Por lo tanto el sentido de la vida no estará acabado hasta que la persona agote totalmente sus posibilidades, que terminarán cuando el tiempo se acabe. El sentido del todo se desvela cuando ha pasado todo. El futuro acaba con la muerte, que es un fin pero no un final, ya que aún hay algo más allá.

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