domingo, 28 de diciembre de 2008

La crisis del TItanic


En 1912 el Titanic era el barco más moderno del mundo, era una victoria de la técnica y el desarrollo en una época que prometía la felicidad y el triunfo del ser humano como especie y que creía estar a punto de conseguirla. Cientos de inventos se patentaban para hacer la vida del ser humano más fácil. No olvidemos que excepto la informática, toda la tecnología de la que disponemos hoy en día tiene su origen en la época del Titanic, el motor de explosión, el diesel, la radio, la luz eléctrica, la producción en cadena, Einstein, Edison, Tesla, Julio Verne... parecía que el hombre había llegado al tope. El final del siglo XIX y el principio del siglo XX era un mundo que creía que con el avance de la ciencia se podía conseguir el sueño de un naturaleza perfecta, de un ser humano feliz e inmortal. El Titanic, que como sabemos todos era insumergible, se hundió en su primer viaje mientras los pasajeros de primera clase cenaban, bailaban y sobrevivían, mientras que los pasajeros de segunda y tercera clase simplemente se hundían con lo que se suponía que era la obra perfecta del hombre. El Titanic es la constatación de que por muy avanzada que sea nuestra sociedad, nada nos asegura que no vayamos a perder nunca una partida, o incluso el juego entero. Al final del siglo XIX se auguraba un tiempo de paz y de felicidad dominado por la ciencia y la tecnología, nadie podía imaginarse que el cercano siglo XX iba a ser el siglo más desastroso y violento de la historia de la humanidad. Por muy pretendidamente perfecta que sea una creación humana siempre está sujeta a la principal característica del ser humano, que es la imperfección.

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