Dice Julián Marías que la religión es un atributo exclusivo de la vida personal, sólo este atributo bastaría para ver el carácter único del hombre. El sentido de toda religión está ligado a la condición de persona y en el cristianismo es fundamental la visión del hombre como persona. Esta imagen cristiana sobre la persona es coincidente con lo que ve sobre ello la filosofía. El cristiano se ve a sí mismo como un “alguien”, un “quién” criado y amado por Dios, el cristiano es libre y responsable, capaz de elegir. Con la libertad cabe el riesgo del error, se puede equivocar, también se puede arrepentir de lo que elige, y puede volver sobre la realidad, aceptarla, rechazarla o corregirla. Puede anticipar el futuro, planear lo que va a hacer y quien puede ser, y aspira a seguir viviendo tras la muerte. El cristiano vive, por su condición amorosa, en comunidad.
Si todo lo anterior simplemente se piensa, se hace antropología, si esto se cumple y se practica es vida cristiana, y de hecho ha sido parte básica de la cultura durante dos mil años. En la religiosidad todo hombre vive como persona y puede encontrarse, en otras religiones o en su misma religión, con otro que también viva como persona y reconocer en común su condición. Por esto es grave que la religión sea motivo de conflicto. Otra cosa es la adhesión a la propia visión antropológica y el deseo de explorarla o incluso la posibilidad de defenderla si es atacada.
Volviendo a lo cristiano la situación actual es regresiva. Los pueblos que poseían esta antropología cristiana la van perdiendo. Se ve un proceso de descristianización en varias etapas desde el s. XVIII. No es una mera descristianización, sino una pérdida total de la visión religiosa, de la dimensión religiosa del hombre, y si ésto afecta más al cristiano es porque se trata de una religión mayoritaria. Podía parecer que hay religiones que sin embargo han aumentado, pero no lo han hecho como religiones sino como sustitutos de religión, no de otra forma los sincretismos orientales de la new age, que muchas veces acaban en sectas, se han popularizado. Este proceso se realiza paralelamente con el de despersonalización. En realidad la descristianización y la despersonalización son dos caras de la misma moneda. Poco a poco, en los últimos tiempos, los hombres se han ido viendo cada vez más como organismos sin libertad, animales sometidos a las leyes naturales y susceptibles de toda manipulación. Esto también ha penetrado en el cristianismo a través del lógico contacto con la propia sociedad. Hay que añadir que el cristiano ha estado todo este tiempo prácticamente ajeno de si mismo, se ha dejado hacer, y hoy es el día en el que nadie cuenta ya con la perspectiva cristiana. Es de reseñar que esta despersonalización y descristianización coincide con un enorme avance de la ciencia. ¿No será que cuando el hombre descubre y comprende la persona humana, aparta la mirada temeroso de lo que pudiera descubrir?
Si todo lo anterior simplemente se piensa, se hace antropología, si esto se cumple y se practica es vida cristiana, y de hecho ha sido parte básica de la cultura durante dos mil años. En la religiosidad todo hombre vive como persona y puede encontrarse, en otras religiones o en su misma religión, con otro que también viva como persona y reconocer en común su condición. Por esto es grave que la religión sea motivo de conflicto. Otra cosa es la adhesión a la propia visión antropológica y el deseo de explorarla o incluso la posibilidad de defenderla si es atacada.
Volviendo a lo cristiano la situación actual es regresiva. Los pueblos que poseían esta antropología cristiana la van perdiendo. Se ve un proceso de descristianización en varias etapas desde el s. XVIII. No es una mera descristianización, sino una pérdida total de la visión religiosa, de la dimensión religiosa del hombre, y si ésto afecta más al cristiano es porque se trata de una religión mayoritaria. Podía parecer que hay religiones que sin embargo han aumentado, pero no lo han hecho como religiones sino como sustitutos de religión, no de otra forma los sincretismos orientales de la new age, que muchas veces acaban en sectas, se han popularizado. Este proceso se realiza paralelamente con el de despersonalización. En realidad la descristianización y la despersonalización son dos caras de la misma moneda. Poco a poco, en los últimos tiempos, los hombres se han ido viendo cada vez más como organismos sin libertad, animales sometidos a las leyes naturales y susceptibles de toda manipulación. Esto también ha penetrado en el cristianismo a través del lógico contacto con la propia sociedad. Hay que añadir que el cristiano ha estado todo este tiempo prácticamente ajeno de si mismo, se ha dejado hacer, y hoy es el día en el que nadie cuenta ya con la perspectiva cristiana. Es de reseñar que esta despersonalización y descristianización coincide con un enorme avance de la ciencia. ¿No será que cuando el hombre descubre y comprende la persona humana, aparta la mirada temeroso de lo que pudiera descubrir?
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