Julián Marías define la razón como “aprehensión de la realidad en su conexión”. La razón exige ver las cosas como realidad y no como meros estímulos, descubrir las conexiones entre sus elementos integrantes. Usando la razón de este modo se llega a una definición cristiana del hombre: “la criatura amorosa”.
Se trata de establecer la conexión entre dos textos: el relato de la creación en el Génesis y la Primera Epístola de San Juan. En el relato del Génesis, al llegar a la creación del hombre, Dios en lugar de utilizar “sea” o “hágase” como acto creador instantáneo, utiliza “hagamos al hombre”, en plural, alusivo a la Trinidad, refiriéndose a un trabajo que no se acaba. Por un lado Dios crea al hombre usando de modelo a Sí mismo. Por otro lado, San Juan nos recuerda “Dios es amor”. El amor es el atributo clave para entender al hombre. Las definiciones de hombre como animal racional o inteligente no recogen lo esencial de la perspectiva cristiana sobre el hombre. Es necesario recoger el carácter inacabado o inconcluso de la criatura, la imagen finita de la infinitud de su modelo divino. Para el cristiano el hombre es más criatura amorosa que ser inteligente o racional.
El yo personal del hombre tiene una estrecha relación con el nosotros. El giro al prójimo es esencial en la visión cristiana del hombre. Para San Juan el que dice que ama a Dios y no ama al prójimo miente, ¿Cómo va a amar a Dios, a quien no ha visto, si no ama a su prójimo a quien ve? Aquí se ve la superación de la noción de pueblo elegido hacia la universalidad de todos los hombres. Cristo muere por todos los hombres, los pasados, presentes y futuros. Por otro lado trata con amor directo e individual a su madre o a sus amigos. Una infidelidad al cristianismo es no verse como criatura amorosa o no actuar como tal.
Se trata de establecer la conexión entre dos textos: el relato de la creación en el Génesis y la Primera Epístola de San Juan. En el relato del Génesis, al llegar a la creación del hombre, Dios en lugar de utilizar “sea” o “hágase” como acto creador instantáneo, utiliza “hagamos al hombre”, en plural, alusivo a la Trinidad, refiriéndose a un trabajo que no se acaba. Por un lado Dios crea al hombre usando de modelo a Sí mismo. Por otro lado, San Juan nos recuerda “Dios es amor”. El amor es el atributo clave para entender al hombre. Las definiciones de hombre como animal racional o inteligente no recogen lo esencial de la perspectiva cristiana sobre el hombre. Es necesario recoger el carácter inacabado o inconcluso de la criatura, la imagen finita de la infinitud de su modelo divino. Para el cristiano el hombre es más criatura amorosa que ser inteligente o racional.
El yo personal del hombre tiene una estrecha relación con el nosotros. El giro al prójimo es esencial en la visión cristiana del hombre. Para San Juan el que dice que ama a Dios y no ama al prójimo miente, ¿Cómo va a amar a Dios, a quien no ha visto, si no ama a su prójimo a quien ve? Aquí se ve la superación de la noción de pueblo elegido hacia la universalidad de todos los hombres. Cristo muere por todos los hombres, los pasados, presentes y futuros. Por otro lado trata con amor directo e individual a su madre o a sus amigos. Una infidelidad al cristianismo es no verse como criatura amorosa o no actuar como tal.
Lástima que esto sea una utopía. Buscamos gente capaz de hacerla realidad.
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