martes, 23 de septiembre de 2008

Paternidad y hermandad


La referencia a Dios en el cristianismo es principalmente como la de Padre. En la oración más importante, el Padrenuestro, se le llama Padre. Pero, lo que está en singular en el Padrenuestro, está en plural en el Credo. El que cree es un “yo” personal, pero el Dios a quien me dirijo no es solo mío, sino nuestro. El cristiano se alimenta de la relación con Dios como Padre, los hombres son hijos de Dios y por eso son más que semejantes, son hermanos. Esta relación entre Padre e Hijo se expresa perfectamente en la parábola del hijo pródigo, cuyo núcleo es la misericordia de Dios. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Muchos cristianos han olvidado esto y se quejan de que Dios es un juez implacable. Realmente el amor impregna toda relación entre el hombre y Dios. El amor del hombre es un amor previamente ya correspondido, es un amor anterior al amor humano, anterior a la propia existencia del hombre. Desde la ilustración se hace hincapié en la noción de fraternidad, pero eliminando su origen y su raíz en la paternidad divina se hace difícil justificar la igualdad entre todos los hombres. No se trata de una semejanza, hay multitud de personas y estamos divididos de mil maneras, pero para el cristiano el hombre es siempre hermano del hombre. Por eso las divisiones en nombre del cristianismo no dejan de ser una infidelidad al propio cristianismo. El cristiano establece un vínculo radical entre los hombres sin olvidar sus diferencias, diferencias que se superan sin desconocerlas. Todo fundado en la común filiación respecto a Dios. Una fraternidad abstracta basada sólo en la semejanza no es suficiente y no impide el odio entre las personas. Para el cristiano hay diferencias, hay enemigos, no hay utopía en el cristianismo. El amor abraza a todos los hombres, y también a los enemigos, que lo son, pero hasta cierto punto. A nadie se le puede desear la muerte por probable, merecida o deseable que nos parezca, ni nadie pueda acabar con la vida de nadie.

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