No me importa la acera en la que milite el político, no me importa si lleva la cartera en la izquierda, en la derecha o en el centro como quieren hacer todos (sin darse cuenta que en el centro no hay bolsillo). No hace falta recordar los ataques, ofensas, restricciones, mentiras… que sufre el mundo católico español por parte de toda la progresía de “la unión asociada de naciones” llamada anteriormente España. No quiero olvidarme de algún que otro socialista como Belloch que no se dejó convencer por la moción del CHA para retirar el crucifijo que preside la sala de juntas del ayuntamiento de Zaragoza. Belloch dijo que las sociedades más maduras son las que no cambian las costumbres y tradiciones, sino que las acumulan y superponen. Belloch es un político socialista que dice públicamente que el crucifijo no le ofende. Aplausos para Juan Alberto. Pero no creamos que solo la izquierda es malvada, con sus excepciones, al PP siempre se le acusa de partido de la derecha tradicional y clerical, y en este caso, dime de qué se te acusa y te diré de qué careces. Los partidos políticos no son ONGs, son máquinas de tocar poder, y nunca tocarán poder con la verdad ni con la defensa del bien común. Debido a la perversión del relativismo ético y a la degeneración social que produce, el político sabe que nunca ganará unas elecciones diciendo una verdad incómoda. Creo que era Winston Churchill quien decía que el buen político era el que decía una verdad desagradable antes que una mentira agradable. Por esta razón el PP nunca defenderá valientemente los valores cristianos, no digo que no respete a la Iglesia no entendida como Jerarquía sino como Pueblo de Dios, sino que no propone políticas claras en defensa de la Verdad con mayúsculas (que se lo pregunten al gobierno valenciano y su actitud con las objeciones a EpC). Mucho más peligroso que una izquierda laicista es una derecha laicista. Mientras que la izquierda laicista sabe perfectamente lo que hace, la derecha laicista no sabe lo que se está jugando. Una gran parte de la derecha liberal española cree que la secularización es igual a modernización y no acaba de comprender que sustituir la religión tradicional por una religión de la razón, una religión civil, no da resultado. Algún liberal de derechas con cierta conciencia, pero convencido de que secularización es igual a modernización, incapaz de prohibir la religión creyó que el tema se arreglaba reduciendo la religión al ámbito privado. La maquinaria retórica de la izquierda, potentísimo artilugio de “concienciación social” quiere hacer pasar la aconfesionalidad del Estado como laicidad del Estado, y esto, se mire por donde se mire no es lo mismo. Como digo, lo peligroso no es la opción política que pretende esto, sino la opción política que sabiendo que esto no es bueno, se mantiene en un tímido silencio, y que a falta de reflexiones se esconde no habla y, últimamente, se deja convencer.
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